Mostrando entradas con la etiqueta ero. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta ero. Mostrar todas las entradas

3.9.10

Maquillaje

Te quitabas el maquillaje con prisas frente al espejo, deseando terminar de una vez para coger por fin la cama. Te habías puesto espectacular esa noche, aunque te desquiciaba que yo no valorase que te pintaras la cara. Pero lo habías hecho y habías triunfado como ninguna con ese vestidito blanco con vuelo que era inevitable mirar mientras te movías, con ese pelo recogido por encima y suelto sobre la nuca bailando con tus movimientos bruscos de cadera. Era un placer observar esa mirada de deseo con los ojos penetrantes que lograban unos toques de rimel, disfrutar con esos labios provocativos que despertaban a todos los hombres de local con una simple sonrisa o cuando simplemente te mordías el labio. Estabas absolutamente increíble sobre esos tacones que convertían tus piernas en esculturas dignas de Miguel Ángel, te habías puesto sencillamente brutal y lo habían disfrutado todos los palurdos que esa noche tuvieron el privilegio de verte bailar. Tú disfrutabas como nunca observando cómo se peleaban por tenerte simplemente en su ángulo de visión, y me mirabas con picardía tratando de provocarme para que me arrepintiese y dijese que me encantas maquillada. Pero yo sólo te observaba, y tu rabia te hacía coquetear más con los incrédulos chicos que te rodeaban intentando bailar, imaginando que por fin habían encontrado al mujer de sus sueños y ésta les hacía caso. Ingenuos... no sabían que se trataba sólo de un juego.
Pero ahora estabas en nuestro baño, quitándote el maquillaje frente al espejo y sacando a la luz esos ojos cansados debajo de la pintura. Te soltaste el pelo descolocado de tanto humo y sudor. Dejaste caer el vestido y lo doblaste con para traerlo al cuarto mientras yo no podía dejar de mirarte a los ojos. Me sonreíste coqueta, sorprendida porque no te quitara ojo y bromeaste con que si no me iba a dormir ya. 'No me perdonaría nunca si me quedase dormido ahora, cuando te has puesto increíblemente guapa para mí'. 'Porque lo que de verdad me importa es que tú me termines por ver guapa, lo que vean el resto... no deja de ser un juego'. 'Juego será lo que haremos ahora, mi princesa. Cuando ellos siguen soñando con la belleza que vieron en el local, y yo te demuestro porqué soy yo el que acaba acostándose con ese ángel'. Me besas con tu ternura exquisita, yo te acerco con mi tacto pasional. '¿Apago la luz, o la dejo encendida?', fue lo último que me susurraste sin que contuviese jadeos.

20.8.10

Otra

"Me encanta la idea de estar con otra mujer mientras mi marido nos mira y nos dice qué tenemos que hacer. En la vida real estaría muy celosa de que estuviera tan cerca de otra mujer desnuda, pero en mi fantasía él controla la acción y me hace acariciar y besar a la otra mujer por todo el cuerpo, mientras se toca porque está muy excitado"

10.8.10

Aullar

[...]Estabas simplemente empapada. Sin duda alguna, ya no había marcha atrás.

Tu respiración se convertía en jadeos mientras yo intentaba buscar habilidad de donde no tenía para conseguir gemidos. Tenía la palma de la mano apoyada en tu monte de venus, mientras dos dedos te embestían moviendo mi cuerpo entero para llegar más profundo y estimulando tu clítoris en el movimiento. Cada vez le daba con más fuerzas mientras la otra mano te apretaba más a mí: quería sentir tus pezones tiesos cortándome la piel del pecho. Chorreaba calor entre mis dedos mientras ellos atravesaban tu interior buscando llegar a tus entrañas, al mismísimo corazón. Tú no te quedabas corta. Mi slip ya se encontraba a la altura de las rodillas, y movías frenética la mano apretando lo suficiente como para sentir cada na de sus venas, de sus palpitaciones; mientras con la otra mano jugabas pasándote los testículos entre los dedos. Mientras intentaste bajar a base de besos por mi cuello, recorriendo el pecho y te paré. Necesitaba seguir sintiendo tu calor con mis dedos, y aunque la idea de que tus besos bajasen hasta que tu sexo no fuera el único que chorrease era genial... quería conseguir llegar a los gemidos. Era lo que más ansiaba en ese momento. No me importaba concocer tu voz, pero en ese momento necesitaba conocer cómo gemías. Aguantamos masturbándonos hasta que llegué a la conclusión que no podría lograrlo sólo con los dedos, cosa que a tí también te empezaba a interesar porque insistías en bajar tus labios a donde se estaba suplicando su atención. Los dos jadeábamos pero ninguno llegaba a gemir, y en esa competición cada uno tenía sus armas: yo sabía que a golpe de cadera lograría obtener tus gritos, y tú sabías que usando tus labios lograrías que gimiese. Te dejé ganar este asalto, porque mi cuerpo lo pedía más incluso que tú. Fui sacando poco a poco los dedos empapados y, echándome un poco hacia detrás, te dí vía libre para que bajaras. Y eso hiciste. Como una loca bajaste, sin tratar de hacerme volver loco... ya sabías que lo estaba, que no podía acumular más ganas. La buscabas como un depredador ansia una presa tras meses de ayuno, como si en esta vida hubieras nacido sólo para encontrar esa parte de mi cuerpo, como si en ese momento la fuente de toda vida fuera mi miembro. Yo lo disfrutaba. Disfrutaba tu determiniación, tanto como que la metieras en tu boca de un sólo movimiento de cuello como si buscaras medirla a la perfección para hacer una réplica, y tus dedos no bastaran. Disfrutaba que siguieras jadeando mientras con las rodillas apoyadas en el suelo te movieses frenética buscando que gimiese, viendo como tus tetas botaban con los movimientos y cómo sonreías al sentir que mi mano te ayudaba sujetándote el pelo y apoyando los movimientos. No me iba a perder ese espectáculo por nada del mundo... y el pelo, estorbaba. Yo ya no tenía ninguna de mis neuronas en funcionamiento, lo único que guiaba mis pensamientos y mi cuerpo era el deseo que habías despertado. El más puro instinto animal que buscaba procrear contigo como si del último espécimen de nuestra especie se tratase. Como si no hubiera más problema en el mundo. Como si estuviéramos hechos el uno para el otro. En uno de los m0vimientos de tu cabeza; tiré mucho más de tu pelo hasta separarte de mi polla, que te seguía apuntando fijamente, durísima como nunca creí que podría estar. Mis ojos lo decían todo, no hacía falta palabras. Era claro el mensaje. "Ya no había marcha atrás".

Traté de hacerlo con cuidado pero mi fuerza se descontrolaba. Te empujé para que cayeses bocarriba sobre la toalla, con tus piernas abiertas como el principio. Mirándote a los ojos, sin ser capaz de dejar de hacerlo, me deshice de tus bragas y las dejé a un lado, junto a mi slip. Por mi mente no pasaba la absurda idea de que alguien nos estuviera grabando, ni si nos fueran a echar algún socorrista o tan siquiera que alguno nos viera. Sólo era capaz de pensar en una cosa: hasta que no tiemble la arena de tus gritos, no saldré de dentro de ti. Y eso hice. Apoyé una de mis manos en la cara interna de tu muslo, para encontrar el lugar con cuidado; mientras la otra me servía de apoyo en la toalla rozando con descaro tu pecho. Bajé la cadera poco a poco hasta encontrar la entrada, apoyando la cabeza y deslizándome poco a poco. No quería hacerte daño desde la primera embestida porque ya ibas a salir dolorida de todas formas, quería que aguantases un tiempo hasta que el dolor fuera insoportable. Miré hacia abajo para observar cómo entraba en ti y me sorprendió verte tocándote. Tenías una mano apoyada en tu pubis y movías los dedos con velocidad. Al principio estaba asombrado, nunca antes una chica había reaccionado así; pero con la sonrisa que te dediqué entendiste que no hacías mal, sino simplemente me estabas volviendo más loco. Te esforzabas por ser la fuente de mi imaginación para el resto de mi vida, y así lo ibas consiguiendo. Te ponía demasiado la idea que no fuera capaz de olvidarme de la chica de la playa, y se notaba como intentabas cuidar todos sus detalles para conseguirlo. Yo... los disfrutaba, no lo dudes. Y, por fin... la sentí dentro. Entera, dentro de tí. Y tú también disfrutaste cuando paré al sentirla entera y disfruté del momento. Cerraste los ojos y lo saboreaste tanto como yo. Sentía todo el calor que me envolvía cada centímetro de mi miembro y lo embriagaba de una sensación que antes no había conocido... o por lo menos a tal magnitud. Se deslizaba dentro de ti abriéndote con suavidad, sintiendo cuánto tu cuerpo me esperaba. Después de tres embestidas mi cuerpo se sentía seguro dentro de tí, y el miedo a hacerte daño se fue convirtiendo en más instinto animal. Sentía cómo mis manos se iban convirtiendo en zarpas de felino, cómo sus uñas crecían hasta volverse armas blancas buscando tu espalda para aferrarse a ellas. Sentía cómo mis muslos desarrollaban el músculo de un animal de tiro de una forma extraodinariamente rápida, cómo las embestidas ganaban una fuerza que no era propia de un humano. Sentía cómo mis sonidos dejaban de tener ningún rastro de civilización alguna, cómo jadeaba como un animal estando en sus límites, cómo gozaba con cada uno de tus gemidos al tocar fondo, cómo sonaban tu ingle golpeada por mi cadera, mi vientre golpeando al tuyo, el bote de tus pechos amenazando con descolgarse y salir volando. Sentía como había encontrado una razón para vivir: era hoy el día. Era ahora el momento. El resto... dejaba de tener ningún sentido. Era esta la sensación. Había vivido todo hasta ahora para sentir cómo mi miembro te desgarraba en cada embestida. Había llegado hasta aquí para sentir mi glande abrirse paso por tu vagina ahora, y ahora también, y ahora también... era como un sueño hecho realidad. Mis manos te cogieron la cintura y me incorporé ligeramente para moverte contra mí. Para golpearte contra mí en cada uno de los movimientos. Y gemías. Gemías olvidando cada vez un poquito más que estábamos en medio del mundo. Gemías contangiándome los gemidos, haciéndome aullar como si de un lobo se tratase. Incaba un poco más mis nuevas garras felinas y te sonreía, sin poder quitarte ojo de encima. Tú te mordías el labio y me suplicabas con el brillo de deseo en tus ojos que a la próxima embestida te partiese en dos. No hacía falta palabras. No... este era otro lenguaje. Más primitivo. Más eficaz. Más... pasional. Mi mano subió a tu cabello y cogiéndolo desde la raíz tiré de él, haciendo que echases la cabeza hacia atrás estirando el cuello. Mi lengua se apoyó entre tus clavículas y subió por la línea de tu nuez hasta la barbilla, mordiéndola. No hacían falta palabras, captaste la frase que te decía. 'Ahora mismo eres mía', te susurraban cada uno de mis movimientos. Tu cabeza tiró para deshacerse de mi mano que te agarraba y me trataste de arrancar el cuello de un mordisco. Captaba el mensaje: 'Sólo porque yo te dejo'. Volvimos a mantenernos la mirada y nos lo repetimos de nuevo: 'Ya no hay marcha atrás'.

Nuestros gemidos era el único lenguaje verbal que se distinguía, el resto de la conversación distaba mucho más de ser convencional. Tus uñas en mi trasero tratando de maximizar mis movimientos me gritaban 'como pares, te mato'. Mi forma de levantarte en peso para dejarte caer sobre mis muslos, estando yo con las rodillas apoyadas y las piernas abiertas y tú sobre mí cabalgando como la más experimentada amazona era claro: 'si tanto quieres mandar, hazlo'. Tu sonrisa pícara, tus muslos cansados, la forma en que al poco tiempo se te notaba exhausta me reconocía que aceptabas que fuera yo el que mandara; y como castigo yo te volví a apoyar sobre la toalla pero esta vez bocabajo. La rudeza de mis movimientos expresaban la fuerza del deseo absolutamente descontrolada, mientras en mi cara descubrías que no solía ser así nunca. De tres movimientos bruscos abrí tus piernas para entrar desde detrás por tu sexo, botando con fuerza sobre tu trasero y disfrutando del movimiento que este hacía para responderme. Tu mano volvía a jugar con tu clítoris susurrando un 'no puedo evitarlo', mientras mis dientes en tu oreja te respondían con 'acabaré loco de esta'. Sentía cómo todo tu cuerpo agradecía cada una de tus embestidas y al mismo tiempo exigía otra más, más fuerte y profunda, más ruda, más salvaje. Sentía como mi miembro salía hasta casi el glande en cada salto, para luego caer con fuerza sobre tu trasero enterrándome un poco más. Iba cambiando de ángulo y me dejaba guiar por la intensidad de tus gemidos para saber cuándo variar, y tú me concedías descansos cuando me sentías gemir demasiado y era tu cadera la que subía y bajaba acompañando mis movimientos en un 'yo te ayudo, pero tú no pares'. Con un tirón fuerte te hice apoyar las rodillas sobre la toalla tomándote puramente salvaje; pudiendo así embestirte con más fuerzas y sintiendo los golpes de mi cuerpo en tus piernas. Ahora eras tú la que aullaba sin luna alguna, y yo el que arañaba tu espalda dibujando con líneas incoherentes que no podría explicar lo que sentía en ese momento. Tus aullidos aumentaron su ritmo, agitaron tu cuerpo entero y se fueron convirtiendo en puros alaridos demostrando que se acercaba... por lo menos, el primero. Con bruscos movimientos aumenté la profundidad y tú gritabas con fuerte cada vez que la enterraba, contagiándome los gritos aunque en menor medida. Sentía como tu flujo se convertía en mares, como tu calor se volvía el mismísimo infierno y conocí por primera vez en mi vida la sensación de encontrarme en el mismísimo Eden sin moverme tan siquiera de la tierra. Te dí unos segundos de tregua con un ritmo ligeramente más bajo, como me suplicaba tu cuerpo exhausto. Mi mano escaló por tu espalda apoyándose en tu nuca y agarrando tu cabellera con un claro 'no te creas que esto ha terminado', a lo que tu rostro me respondió girando hasta mirarme y con una sonrisa que no dejaba dudas: '¿acaso lo dudabas?'. Tu cuerpo me pedía volver a estar otra vez bocarriba y yo te permití ese capricho, te lo habías ganado por el concierto. Tus gemidos habían desgarrado tu garganta y volvías a los jadeos profundos; aunque se notaba claramente en tu rostro que el placer no había menguado, sólo era un puro impedimento físico volver a soltar alaridos. Una de tus manos se enganchó a mi trasero para darme ritmo mientras la otra mantenía mi vista fija en tu rostro desde la nuca, exigiéndome que querías verme. Sí, estabas en lo cierto, mi final también se acercaba, pero fue menos cerca de lo que creías. Yo te bombardeaba entre las piernas con salvajes movimientos y tú no podías evitar volver a tus gemidos, sintiendo otra vez cómo se acercaba de nuevo tu climax. Aguantamos mirándonos a los ojos, sudando como animales y disfrutando de un placer inimaginable mientras mi cuerpo y el tuyo estaban unidos, hasta que mis jadeos se intensificaron, empecé a morderme el labio inferior, tú abrías la boca sofocando un grito, yo gritaba por los dos, mis piernas bombeaban puro ácido láctico y tus manos obligaban desde mi trasero a terminar cada uno de los movimientos. Sentí como un líquido salía disparado de mis testículos y recorría todo mi aparato genital hasta salir disparado por mi glandre. Sentí como tu vagina se estremecía de clímax, cómo se volvía loca incluso antes de que yo hubiese terminado y cómo terminó su locura al sentir ese líquido hirviendo lanzándose contra tus paredes. El mar nos oyó gritar como si hubiéramos alcanzado la meta de nuestra vida, el climax más brutal que nunca lograríamos a alcanzar, el sentido de todo lo vivido. Y pensar que en ese momento, no estaba tan equivocado...

6.8.10

Imaginación

[..] era mucho mayor como para dejarme parar ni un sólo instante.

No me podía creer lo que estaba viendo. Realmente pensé que estaba sólo en la playa, por eso al pegarme un baño dejé volar la imaginación. Sí, de hecho estaba solo, juraba haber mirado alrededor antes de entrar en el agua y no ver a nadie... ¿Es parte de mi imaginación esa chica? Soñé con que alguien me mirase mientras me bañaba, soñé con que a alguien le atrajese, se acercase, conociese a una chica de ensueño y... no tiene sentido. Miré a mi alrededor, no había nadie. Tiene que ser fuente de mi imaginación esa chica. Y encima es espectacular... sin duda, imaginación pura y dura. Sólo yo podría inventarme una chica así... estaba bronceada, con el pecho tapado levemente por el pelo que le caía liso y oscuro. Llevaba sólo la braga del bikini negra, y estaba algo descolocada. Me miraba sonriendo; tenía una sonrisa dulce, alegre y... pícara. Sí, es imaginación pura y dura, porque me da la impresión de que me mira con deseo. Está ruborizada, pero parece como si me mirase con deseo y tiene las manos perdidas entre esa braga negra. No puede ser, no tiene sentido. Vuelvo a mirar a los lados, incrédulo por lo que está pasando. ¿Es jodidamente real mi imaginación o esa chica está incluso gimiendo suavemente? Sólo hay una manera de comprobarlo. Total, no tengo nada que perder y demasiado por ganar. Te miré fijamente, ya sin miedo ni rubores, y empecé a apreciar detalles como tus piernas ligeramente abiertas y flexionadas, tu mano en el vientre subiendo a acariciar el contorno de tus pechos mientras la otra se escondía bajo la única prenda que llevabas, el aceite solar que hacía brillar todo centímetro de tu piel produciendo unas piernas increíbles. Pude observar incluso cómo se apretaban los dedos del pie a cada movimiento suave de tu mano, cómo la sonrisa burlona se volvía menos tímida de que te mirase y comenzaba a ser puro deseo, cómo tus ojos brillaban recorriendo mi cuerpo con la mirada centrándose con descaro en mi slip. Yo me acercaba acelerando el paso, sin tratar de ocultar ya la erección que estaba complementando la fantasía que me monté dentro del agua, sin disimular los signos que delataban que estaba enloqueciendo demasiado rápido por una chica que ni siquiera estaba seguro que fuese real o un simple golpe de calor. Me mordía el labio, no te quitaba ojo y con las manos recorría la goma de mi slip para acomodarlo poco a poco a un miembro bastante más crecidito que hace unos segundos. A cada paso se me quitaba más el miedo y las dudas... incluso llegó el momento que no tenía pavor por no saber qué decirte, cómo saludarte o temer cómo reaccinoarías. Simplemente sabía lo que tenía que hacer, porque una parte de mi cuerpo no tenía ni la más remota duda que esta oportunidad no se me volvería a presentar en la vida.

Estando frente a tí me paré mirándote fijamente, sin tener en la cabeza qué decir ni incluso saber si era mejor no mediar palabra. Te miraba como si de un espectáculo se tratase, porque eso es lo que era. Tú eras la protagonista del espectáculo más exicante que nunca me hubiera imaginado, y al parecer te dejabas la vida en ello como si te fueran a dar un galardón equivalente a los Oscar por tu actuación. Me mantenías la mirada mientras mordías tus labios y le dabas ritmo a tu mano, mientras yo no podía evitar palpar sobre mi slip para demostrarme que ya no había marcha atrás. Apoyé mis rodillas entre tus pies mientras abrías ligeramente más las piernas, y me iba inclinando poco a poco sobre tí. Entonces empecé a apreciar todos tus detalles: descubrí cómo tu cintura se estrechaba como si de una botella se tratase, como tus pezones erizados me apuntaban suplicándome atención, cómo tu cuello brillaba por el aceite y unas pocas gotas de sudor dejando intuir que tenías calor, cómo tu braguita no conseguía disimular que estabas caliente. Mi mano se apoyó sobre tu toalla, a un lado de tu cadera rozando sin disimular tu piel. Simplemente lo necesitaba, necesitaba que mis sentidos me convencieran poco a poco que esto no era un delirio, que no lo estaba soñando o estaba ebrio. La otra mano se apoyó en tu frente para deslizar tu pelo hasta detrás de la oreja, dejando tu rostro al descubierto para que pudiese disfrutarlo como es debido. Abriste la boca para decir algo pero... no podía permitirlo. No quería despertar, no quería que me preguntases qué hacía aquí, ni que tuviese que responder con algún comentario, ni siquiera me apetecía que nos molestásemos en decirnos nuestros nombres... ahora mismo lo que necesitaba de tí era imposible hacerlo mientras hablabas, así que tuve que acercarme más para acallarte incluso antes de hablar. Acercarme hasta que mis labios mojados y con sabor salado se apoyarsen en los tuyos secos por la arena del ambiente. Acercarme hasta que las gotas de mi cara se mezclaran con el sudor de tu calor. Hasta que tu lengua delicada danzara con la mía áspera, mientras tus pestañas hacían cosquillas en mi mejilla cuando cerraste los ojos. Me estabas respondiendo el beso, por lo que ya no había marcha atrás.

Mi mano se deslizó de tu oreja hacia tu cuello, acariciando suavemente tu mejilla al bajar y continuando su recorrido hasta el lateral de tu pecho. Intentaba controlarme y tratarte con ternura, continuando con la danza de nuestras lenguas en la boca, y disfrando al sentir cómo danzaban tus dedos todavía dentro de tí bajo mi pubis apoyado en tu brazo. Lo notaste, e intentaste sacar la mano para acariciarme; cosa que te impedí alejándome un poco de tí y agarrándote tu antebrazo con fuerzas con la mano que estaba apoyada en la toalla. 'Si de verdad eres mi sueño, las cosas se harán a mi manera', te susurré con una sonrisa burlona mientras mantenía tu mano bajo tus bragas. Me respondiste la sonrisa. No podía creerme todavía lo que me estaba sucediendo. Trataste de volver a hablar pero mi mano subió de tu pecho para taparte los labios,  mientras la otra se iba deslizando por tu costado con fuerza hasta cogerte por la espalda para apoyarme en tí. Mi lengua pasó de bailar un bals con la tuya a pintar sobre tu cuello círculos perfectos que culminaba apoyando los labios. Te mordía suavemente, haciendo cada vez más presión con los dedos en tu espalda y bajando la mano de tu boca a tus pechos para cogerlos con fuerza. Sentía como tu pezón duro cosquilleaba la palma de mi mano y trataba de estimularlo moviéndola en círculos; mientras mi mano en tu espalda convertía caricias en arañazos y los mordiscos suaves empezaban a bajar por tu escote hacia el pecho todavía libre. El ritmo de las caricias que te dabas tú misma aumentaba cuánta más presión hacia sobre tu cuerpo, y yo no quería que parase en ningún momento. Mientras mi lengua se movía sobre tu pezón y una mano trataba de imitarla sobre el otro pecho fui acercando cada vez más mis rodillas a tu cadera; haciéndote abrir más las piernas y acabando por apoyar mi pubis sobre la mano que tenías escondida. La sentiste. Se notó claramente que la sentiste porque toda tú dió un vuelco al notar sobre una mano algo duro, muy duro. Sacaste tu mano como un autoreflejo para poder tocarla por fin, como si llevases toda la vida esperandola para curarte de tu peor mal. Yo traté de coger de nuevo tu mano, quería que te siguieras tocando pero lo hiciste con demasiada fuerza, y yo no me esperaba que de verdad necesitases tanto tocarme. Eché el pecho hacia detrás un poco, sorprendido, y pude observar cómo tus ojos la miraban con lascividad mientras con las dos manos bajabas el slip para poder cogerla. Sonreíste al tenerla por fin entre tus dedos, recorriéndola con suavidad mientras la otra mano me rodeaba hasta agarrarme el trasero. Subiste la mirada por fin hasta mis ojos, te mordiste de nuevo el labio y te acercaste para besarme, quedando los dos de rodillas y erguidos el uno frente al otro. Tus manos me tocaban como si fuera el primer hombre al que se acercaban, y yo sustituía la mano que quitaste bajo las bragas por una mía. Estabas simplemente empapada. Sin duda alguna, ya no había marcha atrás.

4.8.10

Violación oral

" -He dejado este mito para el final -Regis lo midió con los ojos- y yo mismo, con mucho tacto, no lo tocaría si no me hubiera retado Geralt, así que no os lo ahorraré. A los humanos lo que más miedo les produce tiene un contexto sexual. La virgen que se desmaya en el abrazo del vampiro que la está chupando, el jovenzuelo que está entregado a las repugnantes prácticas de las vampiras que yerran con sus bocas por todo su cuerpo. así os lo imagináis. Una violación oral. El vampiro paraliza a la víctima con el miedo y la obliga al sexo oral. O más bien a una asquerosa parodia del sexo oral. Y un sexo así, que excluye toda posibilidad de procreación, es algo repugnante.
 -Habla por ti -murmuró el brujo.
 -Un acto que no es coronado por la procreación, sino por el placer y la muerte -continuó Regis-. Hicisteis de ello un mito malvado. Vosotros soñáis en vuestro inconsciente con algo así, pero os resistís a dárselo a vuestro compañero o compañera. Así que lo hace por vosotros el vampiro mitológico, creciendo así hasta convertirse en un fascinante símbolo del mal."

El bautismo de fuego



... soy sutil, así que tendré que dejarlo claro. Ya me podéis estar empezando a comer el pito si de verdad os afecta tanto lo que escribo aquí. Porque algo está claro... si no lo queréis leer, simplemente no entréis. No tengo más que decir.

29.6.10

Sólo una cosa tengo clara: No dejes nunca de darme besos así. Ahora muerde el cojín, que nos acabarán oyendo.

20.6.10

Son bienvenidos

"Y con las manos enjabonadas

En la bañera me tiro como cuatro payasadas
Pensando en ti
Y en tu perfume de ajonjoli
Me pongo salvaje como jabali
Dejame escribirte un par de cositas ofensivas
Te voa poner a gritar como Tarzan
Te voa poner a hablar en aleman
Te voa poner a orinar juguito de flan de queso
Quiero tener sexo contigo pero sin darte un beso
Quiero que sepas que todos tus fluidos
En mi lengua son bienvenidos
Batida crema, crema batida
Usted no dura mucho tiempo vestida
Vamos a juntar tetilla con tetilla
Yo quiero que patine mi barbilla
Por una montaña de pelo pubico
y en publico, Ponte creativa"

Calle 13

19.6.10

Cien

Para mimarlos como si no existiese nada más bonito en este mundo. Para pelearnos hasta perder los papeles. Para sacarte de quicio porque yo quiera irlos a recoger del colegio pasando antes para comprar una caja de cereales, mientras tú no crees que sean tan importante esa dichosa caja. Para tener una sonrisa cada noche al acostarnos creyendo que estamos dejando algo bonito a esta mierda de mundo. Para continuar con las ganas de vivir pensando en cómo hacer más agradable el mundo donde van a vivir. Para cocinar para ellos y que crean que no hay mejor comida que la de su casa. Para que yo los intruya en una infinidad de tonterías y tú juegues a pintarlos como si fuesen princesitas. Para rebozarlos con un poco de huevo, echarles pan rallado y cocinarlos como si de unos calamares se tratase. Para esclavizarlos en una fábrica clandestina de zapatillas, o tenerlos fregando todos los platos que seamos capaces de manchar hasta el día del juicio final. Para que caven una mina y poder vivir el libro de Blancanieves, o vestirlos todos iguales y ser como Wonka en su fábrica. Para lanzarlos como si fuesen pelotas de rugby, jugar con ellos al futbol o enseñarles a bailar desde pequeños hasta que se conviertan en el terror de las niñas. Para cualquier locura que se te ocurra. En serio, los usaremos para lo que tu quieras, pero esta noche te voy a hacer cien bebés como mínimo.

16.6.10

Hadas

Y ya sólo falta que las hadas espolvoreen sus extraños polvos sobre nuestros perfiles marcados enlas sábana. Sólo puede ser que una bruja nos hechice en venganza por envidiar tu belleza, y un ángel nos proteja porque Dios no puede dejar de mirarte. Sólo sería posible si un demonio escalase peldaño a peldaño desde el infierno para conocer si la profecía que habla de tí es cierta, si de verdad eres tan preciosa; o un grupo de extraterrestres vinieses desde su planeta arriesgando ser descubiertos sólo porque necesitan conocerte en persona. Sólo es posible que todo esto sea más mágico así... porque tú haces que todo esto sea la perfección humana. Siendo lo que somos, no podemos crear más magia. Bueno, miento; tal vez si te quitases esos pantalones y te echases a un lado podría tratar de...

3.6.10

Adrenalina

Hasta que las piernas sangren de dolor y bombeen pura adrenalina.


- ¿Sabes? Parecemos conejos...

2.6.10

Empalmado no se puede escribir, así que mejor no lo intento.

1.6.10

Porno

-Tio, aprende a distinguir la realidad del porno. No es tan difícil, joder.

22.5.10

El alfabeto completo

"Vamos a faltarnos el respeto usando el alfabeto completo..."

Porque hay cosas que no se pueden definir con palabras bonitas, por muy sentimental que te pongas. Y últimamente me provocas demasiadas veces esas sensación... no te preocupes, tendrás besos y palabras cariñosas; pero no ahora. Sólo quiero hacerlo contigo siete, ocho, nueve veces... hasta que me sangre y tus vecinos nos echen. Porque algo está claro: hasta que te escapes de mis brazos, serás toda mía.

8.5.10

Blah

-Blah blah blah, blah blah, blah.
-Por lo menos quítate la lengua así de la boca cuando intentes hablar conmigo.
-Quítamela tú.... usando la tuya.

7.5.10

"I'm trying to find the word to describe this girl without being disrespectful... damn girl! Damn, who's a sexy bitch"

6.5.10

Camelar

- No me intentes camelar, tonto... que esto no puede acabar bien.
- Sabes que es mentira. Esto no puede acabar peor de cómo ha empezado... y nada en mi vida había empezado mejor. Pero no te preocupes, no intento camelarte... simplemente intento mentener mis manos sujetas a mis brazos, para que no vuelen buscándote.
- Para... que no podré...
- ¿Contenerte? Bienvenida a mi mundo, donde la menor de las tentaciones que me creas puede provocar un debate dentro de mi cabeza que me cuesta mantenerme y no...

27.4.10

Talla

Te sorprendería la capacidad que puedo llegar a tener para merecerme cosas de ti que nunca antes te habías visto dispuesta a hacer. Así que déjalo, no me pongas a prueba si luego vas a ser tú la que no dé la talla.

24.4.10

Despertándolo

Cogimos una mesa bastante apartada porque querías que te ayudase a entender un par de cosas. Me senté a tu lado, colocamos las cosas y establecimos que cuando tuvieses dudas me avisarías mientras yo trataba de actuar cómo si estuviera estudiando. Mi cabeza seguia con sus gilipolleces, por lo que me costó bastante concentrarme lo suficiente como para considerarse estudiar. De vez en cuando me interumpías para que te explicase algo, y... una de las cosas que adoro de ti, es la ternura con la que haces ese tipo de cosas. Tienes casi tanto miedo como yo a estorbar o molestar, por lo que para llamar mi atención te limitabas a acariciarme un poco la pierna, o el brazo... 'ey... ¿te molesto?'; y luego me preguntabas. Por suerte me gustan los vaqueros... con algo más finito probablemente hubieras sentido como se me erizaba la piel con ese simple roce. Yo trataba de explicártelo lo mejor que podía entre bromas y gilipolleces; y cuando la biblioteca se empezó a llenar podíamos ver como nos miraban con odio. Decíamos bromas demasiado a menudo y, aunque tratásemos de hablar bajito, entendíamos que eso pudiese llegar a molestar a alguien. Además, poco a poco nos estábamos poniendo más melosos y cariñosos. Mientras te resolvía la duda no podía evitar ponerme a recorrer tu pierna desde la rodilla hasta donde la falda comenzaba; lo que solías corresponderme con sonrisas pícaras. Cuando era consciente de lo que hacía, solía quitar la mano rápidamente con miedo a que te pensases que... 'mira que eres tonto. Es una pierna, no le tengas miedo, ni siquiera pincha mucho... ¡Que para algo me he depilado! No hace falta que salgas huyendo para no tocarla', 'sabes que no es eso... pero, no sé, no quiero que te moleste si me pongo tontorrón con tu pierna. Puedo resultar pesado, lo sabes'. 'Más que tonto, eres idiota. Idiota perdido. No te preocupes que si resultas pesado ya te lo diré, pero si no te he dicho nada será porque no me molesta... ¿no?'. Ahora era yo el que sonreía pícaramente. No... no quería, pero ese tipo de comentarios despertaban otra parte de mí. 'Ten cuidado... con este tipo de bromas, puede que salte una parte de mí que... no te guste, la verdad'. 'Ah, ¿sí? Y... ¿Qué parte es esa? ¿Por qué todavía no me has dejado conocerla?', cogiste mi mano con la tuya y la apoyaste en tu rodilla suavemente. 'Sí.. algo la conoces. Como... por ejemplo anoche, nos pusimos a decir tonterías y empezaste a conocer esa parte de mí... creo'. 'Entonces tendré que pincharte más a menudo, porque anoche me encantaste como nunca'. Tu mano, guiando a la mia, subió un poquito por tu pierna haciendo suaves círculos por la cara interna de tu muslo, soltándome con la escusa que tenías que escribir. 'Te arrepentirás de esto en algún momento de la tarde... peque'. Te susurré mientras pellizcaba suavemente tu muslo. Giraste para responderme quedando casi a la altura de mi cuello, 'me lo estoy ganando a pulso, sería hipócrita no asumir las consecuencias', y en mi mandíbula mordiste con suavidad, casi un beso. No habias conocido mi lado 'oscuro' nunca y... estabas despertándolo. Estabas despertándolo demasiado rápido...



Si tengo que quedarme 24h sin internet
para volver a escribir.. merece la pena.

23.4.10

Cowboy

- No puedo besarte... ¿No?
- Pues... no sé... ¿Por qué no puedes?
- Porque, si te beso será sólo el principio... acabarás mañana por la mañana caminando como una cowboy.
- Joder, ¿a qué esperas entonces?

8.4.10

De verdad

-¿De verdad quieres que te sea sincero? Pues claro que me resulta atractiva. Me parece una mujer sencillamente brutal, tanto físicamente como ella en sí. Cada vez que me acerco no puedo dejar de sonreír y tener la sensación que podría estar así por siempre sin llegarme a aburrir. Sé que si insistiese, pasaría algo. Tal vez incluso congeniaríamos, lo pasaríamos genial, disfrutaríamos como pocas otras personas pueden llegar a disfrutar juntas. Sé que pasaría, es lógico pensarlo; sólo tienes que analizar cómo nos comportamos cuando estamos juntos e incluir en la ecuación besos, caricias y pasión. De ahí sólo puede salir arte. De ella sólo puede salir arte, y no se me da tan mal ser la brocha que la complementa. Pero no te preocupes, no busco nada con ella. No pelearé a través de cielo y tierra para que no sea tuya sino mía. No lucharé por demostrar que soy capaz de merecerla más, no tiene sentido. Dejo que intentes con tus estúpidos comportamientos mantenerla cerca de ti. Dejo que la hagas daño, una y otra vez; y consigas remendarlo con breves momentos de disfrute juntos. No busco humillarte, ni hundirte, ni demostrarle que puedo ser más que tú; no tendría sentido alguno. Sólo trato de disfrutar lo que pueda de ella. Sin más. Y si sucede, es porque apetecía que sucediera, y porque tenemos ambos el derecho de que si apetece... lo podamos disfrutar. Pero no busco quitarte nada; sobretodo porque no creo que sea tuya. El arte pertenece al que sepa disfrutar de ello; no al nombre que pone en la chapita al lado del cuadro. Forma parte de la cultura, y quien busque y se informe puede aprender a disfrutar de cada pincelada de su trazo. Ella es arte en todas sus variantes; en todas las acepciones del término, las excepciones e incluso las frases hechas que contengan la palabra. Ella es arte porque consigue pellizcarte el corazón de la manera que sólo el arte consigue lograrlo. Y no sólo el corazón, ¿nunca ha conseguido despertar tu libido el arte?