16.7.09

Si pudiera retroceder en el tiempo, lo cambiaría todo.

Desempolvando

Ella buscaba algo nuevo. Todo lo que recordaba mágico, especial y genial... ahora no le inspiraba nada. Todas esas personas que antes le hacían reír y llorar.... ahora sólo le producen un poco de entretenimiento. Ya nada le interesaba. Todo se ha vuelto monótono y aburrido. Todo la aburría.... y, entonces, decidió hacerlo.

Siempre que encontraba algo nuevo le daba un poco de cuerda para seguir caminando en la larga carretera de la vida. Cuando conocía a alguien nuevo se volcaba mucho, hasta que se aburría. Conocía un placer nuevo y lo disfrutaba hasta aborrecerlo; las canciones nuevas las escuchaba hasta que las oyera en sueños... todo lo nuevo, todo lo que le sacaba de la monotonía, le daba fuerza. Vivía de eso... de las sensaciones nuevas.

Se volcaba de chico en chico, de amiga en amiga... hasta que se dio cuenta que, el apoyo de antes, había desaparecido. Se había centrado sólo en lo nuevo, dejando al lado lo de siempre... y perdiendo a esa gente que no podría ni haberse imaginado que la podría perder. Todo lo nuevo, cumpliendo su fin, la aburrió; y se fueron alejando. Se dio cuenta que, sin lo de siempre, no tenía fuerza ni apoyo para volcarse en alguien nuevo... se percató que ya nada sería igual. Se frustró, se odió, se arrepintió de todo. Pensaba que, si pudiera retroceder en el tiempo, lo cambiaría todo. No se volvería a comportar igual jamás.

Entonces, un día, el chico que siempre la había acompañado, al verla triste... se acercó de nuevo. Volvió a ser su apoyo. Volvió a ser todo nuevo, todo era genial. Todo era feliz... todo volvía a ser perfecto. Todo fue genial... hasta que, de manera cíclica, volvió a dejar de serlo...

Y, así, es como ella, la Señorita Adolescencia, murió... y, de sus cenizas, con ayuda de Responsabilidad y Madurez, nació una mujer, dispuesta a afrontar lo que la vida le obligue a hacer.

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