13.7.09

'Scusa, ma sei veramente bella'

'Scusa, ma sei veramente bella'
Fue mi saludo al abrirte la puerta. Lo acompañé de una sonrisa de bienvenida, esa sonrisa tonta que se me pone cuando trato de hacer alguna broma tonta; un gesto con la mano invitándote a que pases y con la otra trataba de colocarme un pocco la parte baja de la camisa. Nunca me gustaron las camsisas... pero si dicen que me quedan bien, será por algo. O probablemente porque a todo chico que alcanza una determinada edad se lo dicen, tratando de convencerle que empeice a vestir mejor. No diré que la persona que me lo solía decir era mi madre, sería un poco patético.
Entraste mirándome a los ojos, demostrando que fue una broma muy tonta pero... tampoco molesta. Incluso tenía cierta gracia. Pasaste directamente a la cocina a apoyar el móvil y las llaves que llevabas en la mano, sin prestar la más mínima atención a la explicación sobre las habitaciones que te estaba tratando de dar. Si, es una broma tonta también, pero ya la he repetido tantísimas veces que tengo el deseo que un día la llegues a echar de menos, y te acuerdes de mí cuando otra persona lo haga. Debería tratar de explicar cómo ibas vestida, tratar de hacer imaginar ese vestidito corto y negro que llevabas puesta (una buena compra, aunque fuera mi dinero) con uno de esos escotes que tratan se ser exageradamente grandes para que caigan con curvas, permitiendo disfrutar de la parte alta de tu pecho y tu sujetador. La verdad es que ahí detengo la explicación puesto que no tiene el menor sentido hacerlo, en vuesta vida estoy seguro que nunca habéis visto nada tan asombrosamente bonito como ella. Siplemente es deslumbrante; y cuando trata de serlo, lo es en su máxima brillantez. Sólo he de remarcar que estaba sonriendo, así que probablemente sea en este momento su esplendor de... en serio, no se puede medir, y no lo podréis llegar a imaginar nunca. Sólo diré que la cara de admiración no se me quitó hasta que ella me miraba ya con cara de que parase de hacer el tonto. 'Te va a salir mal la comida, atento'. Sólo dijo eso, y para que no pareciera una orden o una reprimenda, lo culminó con una leve sonrisa amistosa.
Yo terminé de hacer la pasta mientras tú me hacías compañía sentada en una silla, contándome lo más reciente de tu vida que todavía no llegaba a conocer. Me hablabas rápido, contándome muchos detalles, mientras observabas la mesa delante de tí. Sí, lo reconociste, te hizo gracia pero optaste por no hacer ningún comentario. Había puesto un mantel de los raros de mi casa, una vela recuperada de una esquina perdida de mi casa donde se guardaban las tonterías de navidad que toda casa tiene, y puesta la vajilla que toda madre guarda en casa "para cuando un presidente negro de los estados unidos venga a comer a casa". La mayoría tenemos una de esas vajillas impolutas desde su compra (o desde que fueron recibidas en el día de boda) y cuyo uso está reservado para el más exclusivo de los invitados: ese que nunca vendrá. Me costaría luego limpiarla y dejarla impoluta, y probablemente aún así se notaría que la he usado pero... asumo mis consecuencias. La cara de asombro con, de nuevo, esa marca de 'este chico es tonto'... no tiene precio. La comida estuvo lista en poco tiempo, ya que tenía bastante hambre y había comenzado antes de que llegases.
No era una exquisitez pero no estaba tan mala, y espero que llegases a apreciar que la había hecho yo. Simplemente como adelanto de que podría llegar a cocinar bien con tiempo, y si llegábamos a compartir cocina. No, no lo digo por nada, sólo un apunte, un pequeño giño, no es que yo esté ya pensando en... sí, era una charla agradable la que mantuvimos. Antes de cada vez que nos vemos siempre me llego a preguntar de qué hablaremos... puesto que me parece que queda poco por contar. Últimamente nos vemos menos a menudo pero... eso siempre sigue estando presente. Aunque he de reconocer que pocos días nos hemos llegado a quedar sin nada que contar... sí, realmente demasiado pocos. Por lo que fue una charla agradable sobre... tonterías. Lo justo para que sea agradable y lleguemos a esbozar algunas sonrisas. Iba a ser el último rato que íbamos a estar asi de cómodos durante la noche, por lo que disfrutamos bastante. Hasta que recordé que...
'¿No acordamos que tú te acordabas del postre, peque?'. Lo siento, se me escapó ese peque. Antiguas costumbres cuestan de olvidar. Hubiera sido peor que se me escapara el diminutivo de tu nombre, ¿no crees? Entonces todos llegarían a saber que tú eres la que todos piensan que eres... pero tu mirada cambió. 'Cierto, y lo siento pero... pensé que lo que me apetece de postre, en fin, sueles contar tú con ello. Además, siempre he preferido el tuyo'. 'Haber avisado, que creo que sólo me quedan unos pocos sabores. Capuccino, stracciatella y dulce de leche.... sí, creo que no quedan más helados. Aunque espera que voy a ver...'. Cuando traté de levantarme tu mano se apoyó en mi pierna haciendo presión para que me quedara sentado. Te miré extrañado, esperando que me dijeses lo que tuvieras que decir cuando... sí, esa cara me suena, la he visto en otras ocasiones. Ese brillo en los ojos, la sonrisa burlona, tus indiscretas miradas a mí... Hostiá, llevaba sin ver esa cara el suficiente tiempo como para que mi cuerpo diera un espasmo al llevar a reconocerla, al darle la bievenida. Eras tú... en tu faceta más divertida. 'Oh, vamos. He sido una chica verdaderamente mala, aunque es cierto que el postre que de verdad me apetece está aquí. Pero no tan lejos como para estar en el congelador'. Te habías acercado... me mirabas a los ojos, y esa cara me paralizaba. La mano, apoyada antes casi en la altura de la rodilla, se acercaba lentamente a la ingle. No entendía cuando había empezado ese juego pero no iba a ser yo quien hiciese nada para que parase. Absolutamente no iba a tener nada que ver con que ese juego no llegase hasta donde debería llevar. 'He sido tan mala que de verdad me merezco un castigo. ¡Cómo he podido olvidarme, por Dios! Aunque creo que acataré el casitigo con sumo gusto'. La mano ya había llegado a la meta. Bing! Como cuando ganas en una atracción de feria, el resorte se disparó, anunciando el premio. Tu cara... esa cara... debía reaccionar, volver a mi papel. Habías sido una niña mala... y lo estabas siendo. Sí, malísima. Casi tan mala como a mí me gusta... 'entonces si te apetece el castigo, no merece la pena que te lo dé. Un castigo no tiene que disfrutarse'. Te devolví la sonrisa. 'Oh, por Dios, cómo si tú lo fueras a pasar mal'. Y entonces pasó. Un beso, leve, recucerdo de tantísimos besos anteriores que se llegaban a saborear con ese leve rozar de labios. Yo lo sabía, había captado el mensaje... sería una de las pocas muestras de cariño que recibiría en la mayor parte de la noche, por lo menos hasta el final. Fue discreto pero... con encanto. Fue un beso tuyo, nunca dejan de tener encanto. Obviamente mientras la mano no dejaba de jugar con su premio recién adquirido, con el resorte increíblemente... dispuesto. '¿Algún sitio en especial?', preguntaste en un susurro tras alejarte escasos centímetros de mis labios, los cuales no se pudieron desprender de tu tan extrañado calor que... fueron incapaz de abrirse. Cuando otra mujer aprenda a besar como tú, seré capaz de serte infiel. Por desgracia será francamente dificíl llegar a eso... tanto a encontrar una chica así, como para poder llamarlo infidelidad. Simplemente me pude limitar a mirar a la pared, con disimulo. 'Vamos, ya sé que era en el sillón. Siempre es el sillón, no sé que tendrá... era sólo para advertirte que o te levantas ya, o es aquí mismo'. Directa, sincera, preciosa.
Te habías levantado antes que yo y me guiabas por el pasillo. Habías soltado tu premio para cogerme la mano y aminorado la marche, llegando a parecer sumamente lenta... te lo perdoné, ambos sabemos cómo disfrutas sintiéndome detrás tuya y el vestido era fino, perfectamente fino. Paraste frente al sillón grande, te diste media vuelta mirándome en los ojos y me empujaste, para que cayera en él. Nada de 'te puedes sentar ya', ya sea en un tono cordial o severo. Nada de eso. Los juegos ya pasaron. Mucho tiempo esperándolo... demasiado. La noche era demasiado corta como para andarse con juegos. Al caer sobre el sillón, me enganché a tí por el costado y te atraje para que te sentaras a mi lado. Mi mano cayó en tu pierna casi al instante, mientras con mi otra mano te recogía el poco pelo que trataba de ocultar tus ojos. Nada de palabras. No hacía falta. Tenías una meta en la cabeza y nada iba a quitártela. Asentí levemente mientras manteníamos la mirada y me recosté en el sillón. Lo que vino a continuación... digamos que me conoces, y sabes cómo me gusta que pasen estas cosas. Eso y que de verdad sabes hacer estas cosas... me hicieron simplemente relajarme. Tu sujetador cayó en el sillón, es uno de los primeros requisitos para poder disfrutar de un buen partido de... en fin, no sé como llamar a este juego. Pero divertirte, lo hace como ninguno, eso sin duda. Tener el pecho al descubierto para poder verlo y jugar con él es estrictamente necesario y placentero; y no creo que llegue a ser excesivamente molesto. Con ese vestido, con ese escote, simplemente con hacer esfumarse el sujetador era más que suficiente. El vestido que ya llegó a subir un poco por la inercia de los movimientos... sólo quedaba esperar, y disfrutar. Creo que nunca llegaste a creer que de verdad se te da esto como nadie, y que nunca antes había sentido que mi cuerpo se desfallezca como consigues hacer tú. Temblar las piernas, soltar gemidos ahogados, y sencillamente ser capaz de limitarme a disfrutar... creo que nunca llegaste a creerlo porque todos los chicos que llegaste a conocer en esta misma situación, los notaste igual. Cosas de ser francamente buena en estos lares. Pero encontrar una buena chica que sepa hacer esas cosas... he visto gente sentirse afortunado por poder viajar durante 15 días recorriendo el precioso país de Venezuela con todos los gastos pagados en lugares de lujo extremo. Sinceramente, no es posible ni llegar a comparar una cosa con otra. Delicioso. Nada más que decir.

Principio del archivo 'Nuevo Documento de Texto(2)'.
Cualquier parecido con la realidad es mera fantasía lógica.

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