Y sentir que un
trozo de mí se separó con ese último beso. Entró en ti por esos labios que me hacen suspirar y se fue deslizando por la gaganta poco a poco. Ese trozo de mí traspasó las paredes del esófago para diluirse entre tu sangre y siguiendo el ritmo de los latidos fue recorriendo tu cuerpo hasta llegar a tu corazón. Y ahí se quedó, ayudando como si de una mano se tratase a que cada latido sea más fuerte, más sano, más vivo. Ayudándote a seguir con fuerzas a cada latido, dándote ánimos para seguir... donde debería estar en verdad. Una parte de mí se quedó en el lugar donde pertenece: entre tu aurícula izquierda y el ventrículo izquierdo.
Y sentir que un trozo de tí entró en mí cuando le dí un último beso a esa lágrima. Entró en mí deslizándose entre los labios...
Para ser un 300, vaya jodida mierda; lo sé.
Simplemente... Au! Spartans!
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