20.7.10

Razón

Y sentir que se me escapa entre los dedos algo demasiado valioso para mí. Como resbala entre el dedo anular y corazón de la mano derecha como si estuvieran recubiertos del sebo más deslizante que hubiesen creado, como si el destino me hubiera puesto con empeño el lubricante más eficaz esparciéndolo con sumo cuidado para que no se pudiese retener con nada. Sentir que lucho por mantenerlo, cuando cae entre esos dos dedos como si de un anillo se tratase, pongo la mano izquierda con un rápido movimiento para intentar aguantarlo. Aprieto el puño con todas las fuerzas que soy capaz de reunir pero siendo que aún así se desliza resbalando por la línea de la vida de mi grasienta mano. La simple idea de perderlo me desgarra por dentro y provoca que las glándulas que se encuentran sobre el riñón segreguen adrenalina como si no fuera a hacer falta nunca más, hasta el límite que le permitiesen sus fuerzas e incluso más. Sentir cómo la hormona activa todos los músculos de mi cuerpo y los reflejos para volver a cogerlo de nuevo al deslizarse de mi mano izquierda y agarrarlo con la derecha; teniendo que hacer de nuevo otro movimiento para mantenerlo, restándome cada vez un poquito más de fuerza. Pero, si algo está claro, es que mientras que siga corriendo un poco de sangre para poder mover el brazo y no esté demasiado contaminada de ácido láctico por el esfuerzo... lucharé por seguir mateniéndolo entre mis manos. Porque no hay una razón más importante por la que luchar. Porque por fin tengo una razón por la que morir.

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